Antonin Artaud o El Redescubrimiento del Hombre – Por Tomás Barna
“En el sueño, nervios en tensión a lo largo de las piernas. El sueño proviene de un desplazamiento de creencia. El abrazo se afloja. El absurdo me camina sobre los pies. Yo. Antonin Artaud, soy mi hijo, mi padre, mi madre… y yo mismo, Pero no entré en este mundo por las puertas de la matriz. Mi nacimiento ha sido una lucha horrible, una guerra espantosa, un pecado sin nombre. He nadado en un río de pus que no existía y que fue creado allí mismo y arrojado hacia mí para impedirme pasar. Y el cuerpo oscuro de esta humanidad quiso cerrar sobre mí su cicatriz cuando mi cuerpo estaba ya hecho y no había necesidad de nada ni de nadie sino de un poco de tiempo… para existir.”¿De qué otro modo se haría factible romper el silencio que precede a la evocación de una personalidad tan extraordinaria como la de Antonin Artaud -escritor, actor y hombre de teatro por excelencia- sino oyendo su lacerante grito creador? Antonin Artaud creándose a sí mismo.
Él, que ha podido materializar la ruptura del individuo con la sociedad y ha logrado que la destrucción voluntaria de su yo se concretara en acto, transfigurándose -junto con su obra- en creación.
“Es tan duro no existir más. No ser más en alguna cosa. El verdadero dolor es sentir su pensamiento trasladarse en uno mismo.
Sólo tengo una ocupación: ¡re-hacerme!”
¿Es posible reflejar la existencia de un ser que vivió infinitas existencias en cada jornada de su vida? Y además, cuando se trata de un espíritu que supo extraer las luces más singulares de las profundidades de la supuesta locura que le atribuyeron (ya que en su caso es sumamente discutible, puesto que la lucidez alcanza aquí proporciones inusitadas llevando a conocer los abismos del alma humana).
Lo que interesa es su pensamiento, su obra y las actitudes del hombre-Artaud, traductoras de la verdad universal -cósmica- que está encerrada, en maravillosa síntesis, en las entrañas del ser humano.
“La sinceridad desnuda, el despojamiento total de prejuicios, de conceptos y sistemas, me permite captar el derrumbe central del alma y transmitir mi descubrimiento. Mi experiencia personal, a través de palabras que se transforman en gritos viscerales que van más allá de las palabras. Gritos que penetran en el universo de los signos. Gritos de destrucción. Gritos de ruptura.¡Gritos de una nueva y auténtica re-creación!”
La necesidad de situar históricamente al personaje me aleja fugazmente de su atmósfera espiritual. Por lo tanto en un sintético arrebato biográfico, diré que Antonin Artaud nació el 4 de mayo de 1896 en Marsella. Desde su juventud es internado en las denominadas “Casas de Salud” (Asilos de enfermos mentales). La vida de Artaud será un continuo alternarse entre el escenario, el estudio de filmación (el “set”), las huidas hacia el interior de sí mismo y los asilos de alienados.
En 1923 se liga parcialmente al movimiento surrealista, contra el cual se rebela poco después. Escribe “EL PESA-NERVIOS”, “EL OMBLIGO DE LOS LIMBOS”, y va estableciendo su correspondencia con Jacques Riviere. A la vez es actor y director de teatro en la época de Lugné-Poë y Charles Dullin, trabajando con éste en el Teatro de L´Atelier.
El cine absorbe muchas de sus horas más intensas entre las décadas de 1920 y 1930, siendo dirigido -entre otros- por Abel Gance, Carl Dreyer, René Clair, Pabst y Fritz Lang. Escribe algunos guiones cinematográficos y “LOS CENCI” -una pieza teatral que provoca asombro e indignación porque rompe con los moldes del teatro tradicional y es una provocación insólita a una sociedad decadente y mediocre-.
En esas horas febriles y fecundas gesta lo más importante de su obra: trascendentes ensayos que dan origen al “TEATRO DE LA CRUELDAD”, cuyo eco se proyecta sobre los autores más representativos del teatro contemporáneo, especialmente, Becket, Ionesco y Genet.
“La crueldad reside en una alquimia de los nervios, inventada para operar en el hombre la purificación mediante el choque y la intensidad. La crueldad significa extirpar, hasta desangrarse, el azar bestial de la animalidad inconsciente que se agita en el hombre. Yo clamo por un teatro de sangre; un teatro que, a cada representación, haga ganar algo corporalmente, tanto al que actúa como a aquel que acude a ver actuar. Para ser cruel, como yo lo concibo, hay que estar iluminado.”‘
Artaud pone en práctica sus ideas al fundar el Teatro “Alfred Jarry”. revolucionando la puesta en escena.
Entre sus libros más destacados hay que señalar: “EL TEATRO Y SU DOBLE”, “EL TEATRO DE SERAFIN”, “El TEATRO Y LA PESTE” y “LAS NUEVAS REVELACIONES DEL SER”, “HELIOGABALO”, “EN EL PAÍS DE LOS TARAHUMARAS”, las Cartas de RODEZ (documento impresionante de su estadía en un asilo de alienados de esa ciudad francesa), “VAN GOGH EL SUICIDADO POR LA SOCIEDAD” (magistral estudio sobre el mundo alucinado del gran pintor), “AQUÍ YACE”, y -por supuesto- las dos obras precedentemente mencionadas: “EL PESA-NERVIOS” y “EL OMBLIGO DE LOS LIMBOS”.
El cuerpo de Artaud, la materia de Artaud, ese volcán orgánico llamado Artaud… se extingue definitivamente el 4 de marzo de 1948. en la Clínica Psiquiátrica de Ivry, después de haber soportado el martirio provocado por la descarga de más de un centenar de electroshocks, con lo cual la ciencia consigue destruir las estructuras del cerebro.
Y ahora sí: introduzcámonos en el ser de Antonin Artaud para descubrirlo, para sentirlo, para comprenderlo mejor, cuando luego de haber vivido durante dos años entre los indios tarahumaras, en Méjico, emprende el regreso a Francia. Pasa un breve tiempo en Irlanda. Al llegar al puerto de El Havre su familia lo hace internar, convirtiéndose en cómplice de un sistema social que padece aún la tara que había reinado en el Medioevo, con toda su carga de intolerancia, fanatismo e insensibilidad.
¿Por qué Artaud, al margen de la sociedad, debe vivir en esas clínicas de alienados? El extracto siguiente de su libro “VAN GOGH, EL SUICIDADO POR LA SOCIEDAD” da la respuesta a quienes pretendieron extirpar su delirio: “¿Dónde se encuentra, en ese delirio, el puesto del yo humano? Van Gogh buscó el suyo durante toda su vida con una energía y una determinación extrañas. No se suicidó en un arranque de locura, en el trance de no llegar al yo, sino por el contrario, acabando de llegar y de descubrir lo que él era y quién era, cuando la conciencia general de la sociedad -para castigarlo por haberse puesto al margen de ella-“lo suicidó”.
Artaud siente la imperiosa necesidad de exaltar las potencias telúricas y los movimientos naturales. Ello le impulsa a escribir un ensayo sobre el teatro de Bali que, en líneas generales, se ajusta a su propia concepción del teatro: desarrollo de la expresión corporal, letanías corales, onomatopeyas, melopeas rítmicas, proyección en el espacio.
“El mundo está en perpetua exaltación. El teatro que se sirve de todos los lenguajes, gestos, sonidos, palabras, fuego, gritos, cristaliza exactamente en el punto en que el espíritu necesita de un lenguaje para producir sus manifestaciones. Todo espectáculo contendrá un elemento físico y objetivo, sensible a todos.
iGritos, lamentos, apariciones, sorpresas!¡Belleza mágica de los trajes, extraídos de ciertos modelos rituales, resplandecimiento de la luz, encanto de la armonía, notas extrañas de la música, colores de los objetos, cambios bruscos de la iluminación, máscaras…!”
Intentemos, ahora, penetrar unos instantes en lo más secreto del ser de Antonin Artaud, cuando llega a confesarnos, estremecido:
Permanezco, durante horas, enfrascado en una idea, en un sonido. Mi emoción no se desenvuelve en el tiempo. No se sucede en el tiempo. Los reflujos de mi alma están en perfecto acuerdo con la idealidad absoluta de la mente.”
Y será el soplo que emana del espíritu de Antonin Artaud quien extenderá su velo sobre esta evocación (suerte de viaje iniciático hacia las aparentemente insondables profundidades de su ser). En la última página de “EL PESA-NERVIOS” nos arroja su grito tremendo, pleno de vida y de poesía. Grito profético, triunfador de la muerte: “Dentro de diez años seré comprendido… Entonces se conocerán mis géyseres, se verán mis hielos, se habrá aprendido a desnaturalizar mis venenos, se descubrirán los juegos de mi alma.
“Entonces todos mis cabellos estarán fundidos en cal, todas mis venas mentales. Entonces se percibirá mi bestiario, y mi mística se habrá convertido en un sombrero. Entonces se verán humear las juntas de las piedras, y ramos arborescentes de ojos mentales se cristalizarán en glosarios; entonces se verán caer aerolitos de piedra, entonces se verán sogas, entonces se comprenderá la geometría sin espacios y se aprenderá lo que es la configuración del espíritu y se comprenderá también cómo he perdido el espíritu.
“Entonces se comprenderá por qué mí espíritu no está aquí, entonces se verán agotarse las lenguas, desecarse todos los espíritus, las figuras humanas se aplastarán, se desinflarán como aspiradas por ventosas secantes, y esa membrana lubricante continuará flotando en el aire, esa membrana lubricante y cáustica, esa membrana de dos espesores, de múltiples grados, de grietas infinitas, esa membrana melancólica y vítrea, pero tan sensible, tan pertinente también, tan capaz de multiplicarse, de desdoblarse, de volverse con sus reverberos de grietas, de sentido, de estupefacientes, de irrigaciones penetrantes y nocivas,
entonces todo esto parecerá bien,
y ya no tendré necesidad de hablar.”