Poesía y Represión, de Harold Bloom – por Inés Pardal

Harold Bloom analiza la represión en la poesía

Poesía y Represión, de Harold Bloom
368 págs – 2000 (Adriana Hidalgo Editora)

Elementos reprimidos en la poesía inglesa

Por Inés Pardal
Traducción de Agustina Jojärt

Traducir al español la obra crítica de Harold Bloom, uno de los más importantes especialistas en literatura inglesa del siglo XX, es por cierto una buena idea. Así sucede con este libro, en el cual revisa -y a veces contradice- sus propios conceptos expuestos en The Visionary Company (La Compañía Visionaria) -publicado anteriormente en dos volúmenes por el mismo editor acerca de Blake y de Lord Byron y Shelley. En especial, la idea de “represión” introducida por Bloom merece un seguimiento cuidadoso.
La represión tal como la percibe Bloom con respecto a los poetas es a menudo coincidente con el concepto freudiano -teniendo en cuenta que Sigmund Freud es uno de los indiscutibles objetos de admiración de Bloom-. Si partimos de Freud, retrocediendo en el tiempo, veremos que también se conecta con la idea de lo “sublime” asociada a los poetas románticos, que a su vez nos conduce por supuesto a la “sublimación” freudiana.
Partiendo de estos conceptos, Bloom utiliza también la idea de “represión” para quitarle el velo a las influencias anteriores de todos los poemas: para él no existe cosa semejante a una “tabula rasa” y toda obra poética deriva de alguna manera de un precursor, ya sea en forma consciente o inconsciente.
Sólo para dar un ejemplo, en el caso de William Blake, la influencia de la Biblia y de Milton son evidentes. Sin embargo, en su revisión acerca del gran pre-romántico inglés, Bloom refuta las anteriores descripciones de Blake (ya difundidas) como un “radical” que se aparta del canon religioso -aquí Bloom argumenta que en verdad Blake era más canónico que William Wordsworth (este último, en su devoción por la naturaleza, se aparta mucho más que Blake de la tradición judeo-cristiana). En el análisis que hace Bloom del Londres de Blake, también sostiene que el poeta no es, como se cree, un crítico social de la Inglaterra de William Pitt III ni refleja la voz de un profeta que lo ataca; muy por el contrario, la voz de Blake es débil y penosa (¿cómo una víctima más?). Además, Bloom descarta las interpretaciones comunes acerca de palabras específicas, como sucede con el “curse” de Harlot, que sustituye al significado moderno y coloquial de la palabra por uno tradicional (lo cual modificaría verdaderamente el significado total de la estrofa). Con respecto al análisis que Bloom hace de The Tyger (El Tigre), el otro famoso poema de Blake que estudia en este libro, uno no puede sino discrepar con parte de su interpretación. Bloom ve al tigre como un monstruo bíblico, como el Leviatán y el Behemoth en El Libro de Job -seguramente la interpretación tradicional de Moby Dick a lo largo de esas líneas parece más pertinente- Sin embargo, uno puede decir que la figura del tigre en Blake no es ningún monstruo: si bien es verdaderamente “temible”, se lo asocia al fuego (a menudo, un elemento positivo en el romanticismo), como una especie de fuerza vital ligada a la energía de la vida. Y el tigre y el cordero de la manera en que Blake los conecta no son verdaderos opuestos (como podrían parecer en una interpretación superficial que sabe de maniqueísmo) sino que es posible que se complementen, ambos necesarios como parte del mismo universo de manera análoga: el cordero, que obviamente (y en forma reiterada) está asociado con Jesús en el Nuevo Testamento, aparece al lado de otro animal feroz (que no es un monstruo), el león, en la Revelación (también Borges nos recuerda la visión que Chesterton tenía del tigre de Blake que no lo consideraba como un monstruo sino como una hermosa figura llena de “elegante” simetría.
Por momentos controvertidas pero siempre extremadamente interesantes, las interpretaciones que Bloom revisa en este libro incluyen: los poetas románticos Wordsworth, Shelley y Keats; Tennyson como se lo ve a la sombra de éste último; las epifanías y las investigaciones fracasadas de Browing; W.B. Yeats y el gnosticismo (atemorizantemente provocativo en The Second Coming, en el cual tras 2000 años de cristiandad, una bestia gnóstica, la Esfinge, amenaza con nacer en Bethlehem -¿iniciando una terrible nueva era?, se pregunta Bloom); Emerson, Whitman y el Americano Sublime; y Wallace Stevens en una veta trascendental.

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