A La Muerte – Por Vincenzo Cardarelli

Versión de Hernán A. Isnardi

Morir sí,
no ser agredidos por la muerte.
Morir persuadidos
de que semejante viaje será el mejor.
Y en el último instante estar alegres
como cuando contamos los minutos
en el reloj de la estación
y cada uno es como un siglo.
Puesto que la muerte es la esposa fiel
que sustituye a la amante traidora
no deseamos recibirla por intrusa,
ni huir con ella.
¡Demasiadas veces partimos
sin despedida!
A punto de cruzar
en un instante el tiempo,
cuando la memoria
nuestra se despierta,
déjanos, oh muerte, decir adiós al mundo,
concédenos todavía una demora.
Que el decisivo paso no sea
precipitado.
Al pensar en la muerte repentina
la sangre se me hiela.
Muerte, no me atraparás,
más anunciate de lejos
y tómame por amigo
como la última de mis costumbres

Alla Morte

Morire sì,
non essere aggrediti dalla morte.
Morire persuasi
che un siffatto viaggio sia il migliore.
E in quell’ultimo istante essere allegri
come quando si contano i minuti
dell’orologio della stazione
e ognuno vale un secolo.
Poi che la morte è la sposa fedele
che subentra all’amante traditrice,
non vogliamo riceverla da intrusa,
né fuggire con lei.
Troppe volte partimmo
senza commiato!
Sul punto di varcare
in un attimo il tempo,
quando pur la memoria
di noi s’involerà,
lasciaci, o Morte, dire al mondo addio,
concedici ancora un indugio.
L’immane passo non sia
precipitoso.
Al pensier della morte repentina
il sangue mi si gela.
Morte, non mi ghermire,
ma da lontano annunciati
e da amica mi prendi
come l’estrema delle mie abitudini.