Charles Chaplin: Carlitos Escritor -por Jorge Farías
Una faceta poco conocida del gran Charlot, “El Escritor “
y un extraño cuento editado allá por 1966 por Jorge A lvarez Editor
nos permiten redondear la imagen de un genio
“Es el único genio de la imagen en movimiento”
George Bernard Shaw
Toda la obra de Chaplin abarca los grandes temas de la literatura universal —la desigualdad social, la lucha entre el bien y el mal, las pasiones—.., y no es casual, Charles Spencer Chaplin tenía unos amigos que jamás lo abandonarían … Los Libros. Leía ávidamente todo lo que caía en sus manos: Stevenson, con sus historias de piratas, aventuras y tesoros escondidos; Schopenhauer, con su mundo y sus hombres empujados por una voluntad ciega, absurda y sin sentido; Nietzsche, con su pesimismo y su gran fuerza vital.
En su mansión de Vevey, Suiza —donde vivió sus últimos años—, Chaplin tenía una gran biblioteca, de la cual estaba muy orgulloso. En ella alternaban Platón y Plutarco, Maupassant y Balzac, Dickens y Poe, Ediciones de Shakespeare de 1700 con libros de economía, numerosos libros de psicología, porque como él decía “me gusta estudiar a mis semejantes”.
De ese talento para observar el mundo que lo rodeaba y desmenuzarlo hasta sus mínimos detalles, surgió el Chaplin escritor de más de sesenta obras. Dado lo extenso y tedioso que sería enumerarlas una a una, haré una breve referencia de algunas de ellas: “Carlitos Pintor” (The Face on the Bar-Room Floor) está basada en un poema de H. Antoine D’Arcy y cuenta la historia de un pintor que fue abandonado por su amada; años más tarde la encuentra alcoholizado y andrajosa. La imagen idealizada está ahora sucia. Esta obra es en principio una parodia de tragedia y se transforma luego —sobre el final— en una verdadera tragedia; “Armas al Hombro” (Shouider arms). Obra maestra, de lo mejor de Chaplin. Antibélica y humanista; pudo ser escrita por Barbusse, por Remarque, por Reen… Carlitos sufre las mismas penas y angustias que el protagonista de “El Fuego”, de “Sin Novedad en el Frente Occidental”, de “Cuatro de Infantería”. Todo el drama de la guerra cayendo sobre una vida humana, está afrontado en este libro. Pero lo que en Barbusse o Remarque produce indignación o terror, aquí produce risa. Una risa que no mixstifica la realidad sino que la describe; por eso tras la risa eslá el perfume de la emoción.
“El Pibe” (The Kid). Obra donde se manifiesta la presencia de Dickens en ciertos enfoques temáticos incluso autobiográficos. En efecto, la niñez de Chaplin -sus padres separados, su paso por asilos y escuelas para niños pobres, su vida callejera, el hambre acechándolo a diario- se asemeja a una “novela” de Dickens que éste no hubiera escrito nunca. Al igual que Dickens con las suyas, Chaplin supo conmover al público con esta historia de corte melodramático, de profundo vuelo poético y despiadada descripción de los ambientes pobres y miserables donde alternan los personajes del drama. “El gran dictador” (The Great Dictator). Obra cumbre del gran Carlitos. Es una sátira a Adolf Hitler y al nazismo. Sus dos personajes principales son el dictador de Tomania, Adenois Hynkel y un barbero judío, sosías de aquel. Lo llevará a que Hynkel sea confundido con el barbero y vaya a parar a la cárcel y que éste lo reemplace. El barbero, ahora Hynkel, pronuncia ¡in discurso ante las tropas que se aprestan a invadir a Austerlich; es el famoso “llamado a los hombres”, un himno a la libertad y dignidad humana que llamaba ardorosamente a transformar la lucha contra el fascismo en una lucha por la libertad.
Dijo Serguei Eisenstein: “Con esta obra, Chaplin se sitúa firmemente entre los grandes maestros de la eterna lucha de la Sátira contra la Tiniebla, al lado de Aristófanes de Atenas, de Erasmo de Rotterdam, de Francois Rabelais, con Jonathan Swift”.
Wolfram Tichy, en su. libro Chaplin , nos relata-“Durante el rodaje de ‘Monsieur Verdoux” le contó (Chaplin) a un actor llamado Robert Lewis una anécdota elocuente, de niño, le gustaba sentarse frente a su abuelo, el zapatero y observar como hacía sus zapatos; si era preciso, trabajaba día y noche hasta que el zapato estaba acabado. Entonces levantaba su obra y una gran paz se apoderaba de él, como queriendo decir: “Yo he hecho esto , un zapato entero, nadie me puede quitar ya este acto de creación-, estoy satisfecho,”
… También Charles Chaplin hizo siempre el zapato entero; él solo.