“Dentro y Fuera” ¿porqué no la magia en la epistemología? – Por Alejandro Miroli

“Dentro y fuera”(1) :
¿por qué no la magia en la epistemología?

Por Alejandro Miroli
I. Erwin y Frederick

Herman Hesse fue uno de los escritores mas influyentes en la literatura en lengua alemana del siglo XX, especialmente por su breve novela Demian, un clásico del género bildungsroman -o novela de iniciación-. Entre su obra, se halla un breve relato “Dentro y fuera”– que es un soberbio ejemplo de reflexión literaria sobre la epistemología. Y no sólo porque ayude a difundir o ilustre ciertas ideas que aparecen en el escenario contemporáneo de la disciplina, sino porque el relato propone ciertas ideas que pueden señalar una renovación en los debates actuales en epistemología.
El relato presenta a dos amigos -Erwin y Frederick- que tienen relación antigua, y expone el punto de vista de Frederick; éste “Tenía un profundo amor y respeto por la lógica y en general por lo que él llamaba ciencia …acostumbraba a decir “el hombre debe construir su pensamiento sobre la base de la verdad lógica …todo lo que significaba superstición le era profundamente odioso y repugnante…cuando algún vestigio de superstición aparecía ante él, se encolerizaba y sentía como si hubiese sido atacado por algo hostil” (9-10). En particular sentía una irritación con su amigo Erwin de quien se había distanciado porque “…había prestado muy escaso apoyo a sus ataques contra los dominios de la superstición.” (11). Luego de un largo tiempo de distanciamiento, vuelve a visitar a Erwin, y refrenando su molestia previa con su anfitrión, posó su vista sobre una pequeña nota que Erwin había fijado sobre la pared, donde leyó “Nada está fuera, nada está dentro, pues lo que está fuera, está dentro” (12) lo que le causo una profunda irritación e increpó a su amigo: “-¡Explícame esto!-“, le reclamó, “-…es misticismo, es gnosticismo, ¡de todas formas explícamelo y dime porque lo has puesto en la pared!” (ídem). Y Erwin le responde “-Con mucho gusto … El dicho es una primera introducción a una epistemología que he estado investigando últimamente y que me ha proporcionado ya muchas satisfacciones (…) Es muy antigua y venerable. Se llama magia (…) Más allá del par de antítesis que constituye nuestro mundo…acostumbrados a separar el dentro del fuera de nuestro pensamiento…, comienza un nuevo y diferente conocimiento…cada palabra tiene decenas, centenares de significados”- (13-5) Allí Frederick “…comprendió con un estremecimiento que se hallaba enfrentado cara a cara con el archienemigo…le poseía un amargo sentimiento de irreparable pérdida (…) -Esto significa que abandonas toda relación con la ciencia seria y por lo tanto toda relación conmigo (…) ¡Toma, rompe de una vez por todas con esa puerilidad, con esa vil y despreciable creencia en la magia! -” (13-4).
Cuando Frederick reacciona con tal violencia, exigiéndole a Erwin que renuncie a sus ideas o renuncie a la amistad que los une, éste le ofrece una alternativa: “-Llévate algo mío, cualquier objeto, y examínalo un poco de cuando en cuando. Pronto el principio del dentro y el fuera te revelará uno de sus muchos significados-, tomó una pequeña estatuilla de arcilla…se trataba de una pequeña figura que representaba un hombre o un dios o un ídolo con dos rostros, …modelada toscamente en arcilla y cubierta con un tostado y algo cuarteado barniz (…) -Toma esto como regalo de despedida. ¡Cuando este objeto que coloco en tus manos cese de estar fuera de ti y esté dentro de ti, ven a mí de nuevo!-” (15-6) . Frederick toma el objeto con desgano y lo coloca en algún lugar no destacado de su casa. Pero no podía dejar de verlo y con el paso de los días, se le tornaba cada vez mas molesto verlo en cualquier lugar en que lo pusiera, y cada vez trataba de alejarlo más fuera del alcance de su vista. Sin embargo la presencia de ese objeto se torno constante y “…con ese objeto, con esa monstruosidad de dos caras, la vejación y el tormento habían entrado en su vida” (16-7). Frederick emprendió largos viajes, y al regreso de uno de ellos que lo había mantenido fuera de su casa por varios días, “…entró en su casa …intranquilo, como si hubiera olvidado algo importante …descubrió que esa sensación de inquietud había aparecido al entrar en el apartamento. Volvió a la antecámara e involuntariamente su primera mirada buscó la figura de arcilla. Un extrañó terror se apoderó de él al no ver al ídolo. Había desaparecido. No estaba. Llamo a la criada que admitió en seguida que se le había caído el objeto … se había roto en mil pedazos … luego los había tirado… Se sentía contento. La abominación había desaparecido …el emblema de todo cuando le era repugnante e intolerable, de todo cuando reconoció siempre como pernicioso, hostil, … un estandarte de todas las supersticiones, de todas las tinieblas, de toda coerción de la conciencia y del espíritu ” (17-8). Pero Frederick no se calma y comenzó a obsesionarse con el ídolo ausente “…justo cuando había conseguido acostumbrarse más o menos a aquella ridícula figura, precisamente cuando verla en su lugar habitual en la mesa de la antecámara se le había hecho gradualmente familiar y nada importante, era cuando su ausencia empezó a atormentarle … sintiendo que sus pensamientos estaban unidos a él … el vacío emanaba de aquel lugar y llenaba la habitación entera …no podía atravesar la antecámara sin pensar en el ídolo sin echarlo a faltar … una agónica obsesión creció en su interior …enconándole y llenándole de extrañeza y desolación” (18). Su obsesión se acrecienta con el tiempo, y comienza a imaginar al ídolo de memoria, tratando de recordar cada uno de sus rasgos, entre los que estaba el barniz que lo recubría “Cavilaba mucho sobre aquel barniz, incluso por la noche. Le extrañó igualmente lo extraña, rara, malsonante, poco familiar, casi maligna que era la palabra “barniz”. La analizó; llegó hasta invertir el orden de sus letras. Entonces leía `zinrab´… La palabra `zinrab´ …era una palabra hostil y mala, una palabra con perversas e inquietantes implicaciones. Era como una maldición; todo lo relacionado con la estuatilla -el barniz, el azul, el verde, la sonrisa- significaba hostilidad, eran sinónimos de torturas y venenos” (19). Esa obsesión se acrecienta y una noche, luego de intentar superar la con ayuda de un médico y maldiciendo a Erwin, se encuentra una noche en que “…en un estado casi de delirio musitó sonidos y sílabas para sí … repitió la misma frase para sí … la murmuró una y otra vez, como si absorbiese una droga, … súbitamente al levantar un poco la voz las palabras penetraron en su conciencia ¡Si, ahora estás dentro de mí!. ¡Supo que entonces se había cumplido puntual y exactamente la profecía que Erwin le había hecho un espantoso día, que la figura que sostuvo desdeñosamente en sus dedos ya no fuera de él sino dentro de él!” (20). Al reconocer esto, recuerda el pedido que le hizo Erwin de volverlo a ver cuando el objeto estuviera en su interior, y procede a ello “…experimentó como si le estuvieran haciendo una transfusión de hielo y fuego. …y corrió en plena noche hacia la casa de Erwin” (21). Al entrar a la casa de Erwin, este le dice “-He estado esperándote, como sabes, desde el momento en que te fuiste de aquí con mi pequeño obsequio-” (ídem). Frederick le trasmite su angustia “-El ídolo está dentro de mi. Ya no puedo soportarlo más…¡Explícame más acerca de tu magia! Dime si el ídolo puede salir de mí otra vez!-” (ídem). Ante esa requisitoria de Frederick, Erwin le revela la clave de su nueva epistemología: “-El ídolo saldrá de ti… Has aprendido a creer en él. ¡Ahora aprende a amarlo! … ¡Despierta, háblale, pregúntale! ¡Pues es tu mismo! … ¡Cómo has atormentado a ese pobre ídolo que sin embargo eras tú mismo! ¡Cómo te has atormentado a ti mismo!-… Has hallado por experiencia que el fuera puede convertirse en el dentro. Has estado mas allá del par de antítesis. …Mira, esto es la magia, intercambiar el fuera y el dentro no por el impulso ni con la angustia, como tú lo has hecho sino libremente, voluntariamente. … Hasta hoy has sido esclavo del dentro. Aprende a ser su dueño. Eso es la magia-” (21-2).

II. La naturaleza de la magia.

Consideremos la pintura de la ciencia que suponemos posee Frederick: sea la que sea, si Frederick le es fiel a su pasión por la ciencia, su pintura de la ciencia y de su epistemología tendrá que ser ella misma una ciencia más como la neurología, la electrodinámica, el álgebra y la lingüística. Más aún, será mas científica, si cabe la expresión, que las propias ciencias. Y no sería muy diferente a esto: explicará los estados mentales y cognitivos como estados neurales de almacenamiento de información de tal o cual forma, originados en relaciones causales que se establezcan entre un sujeto perceptor y las señales que provengan del entorno físico -señales que podrán ser capturadas por instrumentos de medición y expresadas en un lenguaje cuantitativo-, a partir de dicha información se establecerán leyes necesarias; a su vez se explicarán los valores semánticos dependiendo de la conducta, la que se configura y modifica a partir de las relaciones entre conjuntos de información sensoperceptual almacenada y estructuras gráficas o sonoras que adquirirán significados en virtud de tales relaciones; de ese modo se generarán vocabularios empíricos y teóricos; luego ciertos mecanismos formales permitirán emplear oraciones formuladas en esos vocabularios para hacer inferencias de tal o cual tipo, las que trasladarán ciertos valores semánticos o epistémicos (como ser la verdad y falsedad, o el grado de confirmación o la probabilidad) a lo largo de los árboles inferenciales, corrigiendo hacia arriba la información que se emplea como punto de partida, y manteniendo hacia abajo la información que se genera en el proceso inferencial (apud Popper). Dotado de esta idea de ciencia, Frederick reacciona ante su amigo con violencia; y el sentimiento de Frederick le cabe a muchos filósofos profesionales que tengan una pintura de las ciencias parecida a la de Frederick. También ellos dirán ante una situación similar “Me hallo ante el archienemigo”. La idea de ciencia de Frederick es la idea de razón científica separada de todo contexto histórico social, dándose a si mismo las razones de su existencia y los criterios de validación de sus propias producciones, y exigiendo a la sociedad sólo su financiamiento sin ningún control político, sin ninguna agenda impuesta, sin ninguna rendición de cuentas ante la polis, y fungiendo ella misma como una policía del conocimiento -tal como Frederick lo increpa a Erwin-(2) .
No decimos nada nuevo si decimos (agosto del 2001) que esta tesis está sometida a una fuerte revisión crítica, y que es objeto de fruto de ataques desde diversos sectores -la semántica filosófica revisando la división entre vocabulario empírico y teórico y la pretensión de dar cuenta de los significados en términos de patrones de conducta, la revisión de la lógica clásica que exhibe la posibilidad otras relaciones de consecuencia y otros vocabularios formales, la historia de las ciencias que rechaza cualquier pretensión de una racionalidad trashistórica, las diversas escuelas de sociología y antropología del conocimiento que muestran la dependencia que los actos de teorización tienen respecto de los contextos donde ellos ocurren, la teoría de la ideología que señala los intereses materiales que se ocultan en teorías científicas, las nuevas disciplinas de estudios de ciencia, tecnología y sociedad, etc.-. Si bien hay consenso en oponerse a la pintura de Frederick, no lo hay acerca de qué debería quedar de ella, y más aún qué debería ocupar su lugar (si algo lo debería ocupar) luego de su demolición..
La clave que ofrece el relato está en la relación entre la pintura de la ciencia que Frederick parece poseer, y lo que le pasa con el pequeño objeto y su reacción posterior a la pérdida. Angustia, obsesión, sentido de pérdida, depresión, no hay ninguna relación causal entre un objeto ausente y un percipiente, no hay ninguna relación entre información sensoperceptual (¿de algo ausente?) y estados de Frederick, no es el ídolo lo que lo afecta sino la ausencia de éste en su campo perceptual justo cuando se estaba familiarizando. Y esa afección no lo lleva a recordarlo -¿al modo de información almacenada neurológicamente?- sino a obsesionarse, a pensar en él en formas cada vez más extravagantes y a perderse en un laberinto de remisiones cada vez mas absurdas y ominosas.
Podría suponerse que tal clave no es correcta, pues Frederick habría entrado en un estado de desequilibrio psicótico. Pero no es esta la idea que nos presenta H. Hesse. En primer lugar porque el vocabulario, con el que se describe la reacción de Frederick es de la misma especie que el vocabulario con el que se describe la furibunda toma de partido de Frederick ante la ciencia y ante Erwin: lo que permite esbozar un argumento escéptico que conteste el intento de salvar la pintura de la ciencia de Frederick: si ahora Frederick está loco, porqué no lo estaba antes cuando defendía de manera obsesiva una opinión que -siento tal vez fruto de una psicosis- consideraba verdadera mas allá de toda discusión. Si tras la pérdida del objeto, tenemos un desequilibrio, porqué no pensar que lo teníamos antes, y que desde el principio la propia pintura de la ciencia que tiene Frederick es parte de ese desequilibrio -y en tal caso, el sabor casi imperial que ella tiene en los libros de texto de filosofía de la ciencia, y en los congresos de filosofía de la ciencia (y porque no en la distribución de la plata) no sería más que un efecto colectivo de la propia locura que tal pintura de la ciencia expresara. Este argumento no resuelve la cuestión de si Frederick manifiesta un desequilibrio cuando reacciona ante el pequeño presente de Erwin, pero pone todas las reacciones de Frederick en el mismo plano. En segundo lugar: desde el principio Erwin descuenta que Frederick va a volver, y que le va a pasar lo que efectivamente le pasa: y entonces Erwin no ofrece argumentos contra la pintura de la ciencia que defiende Frederick, ni la descalifica, ni lo trata de convencer, no entra en pólemos con la pintura de la ciencia de Frederick, nada dice sobre ella; sólo se limita a poner en evidencia la magia que subyace a la propia pintura de la ciencia que Frederick dice defender tan militantemente, ya que precisamente en la pasión que expresa en contra de su elección de otra epistemología -la magia- se encuentra esa misma magia
¿Qué es esa magía? ¿Acaso Erwin exhibe un discurso que identifica a la ciencia con la taumaturgia, con las artes ocultas, con los poderes sobrenaturales, con la mántica? ¿Acaso Erwin intenta una defensa de la de aquello que se llama irracionalidad (sea lo que esa palabra sea, la que no aparece en su vocabulario)? Nada de eso. Contra lo que pueda sospechar el lector, la magia que expone Erwin es sólo una frase, enigmática tal vez, pero no escandalosa: “Nada está fuera, nada está dentro, pues lo que está fuera, está dentro”. La pequeña pieza de barro barnizada que figura a un ser humano con dos caras, está en la mano de Frederick, o sobre la repisa en la antecámara, es una cosa de Frederick y también porta un sentido para él: le fue dada por alguien, a quien lo unía un profundo afecto y con quien se malquistó porque le parece que adhiere a una epistemología irracional; y también opera de cierta manera, ya que esa pequeña pieza en su mano es un desafío a sus creencias epistemológicas. Un desafío con el que Frederick tiene que lidiar, con el que se enfrenta con toda su personalidad hasta caer en una obsesión sin límite. Y luego viene el aprendizaje, que no es una operación lógica o nada que se le parezca: el aprendizaje no supone un cambio de la trama de relaciones causales en las que Frederick está permanentemente inmerso -así como el lector de este texto que recibe las ondas de luz reflejadas por la página impresa de Phronesis-, de sus creencias o de alguna de su capacidades, sino una resignificación de toda la posición de Frederick ante el objeto, y de lo que este le expresa: un cambio en Frederick, no un cambio de algo de Frederick. El objeto, la actitud de Erwin y todo lo demás cambia de significado cuando Frederick cambia simpliciter. Lo que Erwin le dice es que debe aprender a manejar su interioridad completa hasta superar toda dicotomía. Estas dicotomías serán superadas cuando Frederick aprenda que los objetos de su entorno son para él -ademas de cosas materiales con propiedades diversas- sentidos, no solo constituidos como portadores de objetividad formal (que se trata algorítmicamente) sino constituidos afectivamente como portadores de una subjetividad propia y ajena que se vincula con su propio mundo, que expresan poderes simbólicos, mueven afectividades que determinan aspectos de la vida, y sólo son conocidos en el marco de esa objetividadcumsubjetividad, previa a toda dicotomía instrumental. Y en ese camino la epistemología de Erwin mostrará en primer lugar que la dicotomía interno-externo corresponderá a las dicotomías sujeto-Mundo, afectividad-cognición, constitución objetiva-vivencia subjetiva -todas dicotomías que son parte de la pintura de la ciencia que tiene Frederick-. Y en segundo lugar Erwin responde a las preguntas sobre la crítica de la pintura de la ciencia de Frederick: nos hablará de algo que ya forma parte de esta nueva agenda i.e. la superación de todo dualismo: contexto de descubrimiento vs. contexto de justificación, sujeto epistémico vs. objeto de conocimiento externo, historia interna del conocimiento vs. historia externa del conocimiento, lenguaje puramente literal y descriptivo con una sintaxis lógica vs. un lenguaje evocativo, cargado de recursos oblicuos y pragmáticos, etc. en identidades previas, que serán mas radicales y que serán constitutivas de los asuntos que trate la ciencia.

III. La epistemología del dentro y fuera.

¿Qué aporta o ilustra el relato de Hesse? Una forma de entenderla es leerla como una reacción humanista contra la frialdad de la razón lógica, puramente algorítmica, dentro de la tradición de C.P. Snow, , Joseph Bronowski, y E. Sábato, para citar algunos, en donde Frederick, sería el paradigma de la razón lógica y Erwin de una -quien no se enoja, y no toma la cuestión de ideas como una batalla de vida o muerte-, sería el paradigma de la crítica humanista que expresara una supuesta razón afectiva e histórica. Sería una reacción del tipo: “Los científicos deben ser sensibles, y deben recordar que ellos tienen pasión, y que ellos, sienten y expresan valores”. El relato de Hesse mostraría los resultados que surgirían de una defensa exagerada de cierta pintura de la ciencia.
Dicha lectura no deja de ser una posibilidad, pero hay otra lectura del relato de Hesse, que tiene una radicalidad epistemológica. Se trata de entender literalmente el papel de la magia en la epistemología. Expliquemos. Frederick no es la expresión de la razón lógica en contraste con Erwin que parece el mas sensato, mas allá de sus particulares ideas filosóficas. Por lo contrario, Frederick expone y vive con mas pasión que Erwin, dominado por sus posiciones rígidas y extremas, incapaz de revisar sus creencias y ciego y dogmático ante puntos de vista que no entiende. En los papeles Frederick sería candidato a ser el más racional -por su pintura de la ciencia- pero claramente es el más irracional, ya que no analiza, no evalúa desde diversos puntos de vista, no se toma el tiempo para despejar posibles errores, no explora el punto de vista del otro, no expone una argumentación amigable, sino que literalmente crucifica a su adversario.
Por eso el relato de H. Hesse expone otra idea de ciencia y de sujeto. Un sujeto sin dicotomías, un sujetomundo que constituye objetividades tanto intelectualmente como afectivamente, inseparables de ciertas formas de estar, vivir e interactuar con ellas; objetividades algunas tratadas por la percepción sensorial regimentada y la lógica, otras tratadas por la pasión y el poder, algunas tan remotas como galaxias del momento inicial de nuestro universo percibido, y otras tan cercanas como los amantes en un encuentro erótico. Un sujetomundo que no entra en pólemos con ninguna pintura, sino que las abarca e incluye en síntesis superadoras. Estamos ante una idea de la ciencia, distinta a la pintura de la ciencia de Frederick, una que se puede tejer con elementos que pertenecen a una larga y precisa tradición filosófica, que remite entre otros al pensamiento de Alexander von Humboldt, Michael Polanyi, Wilhem Szilazi, Gaston Bachelard, Martín Heidegger, Hans Jonas, Hans Blumbemberg, Karl Jaspers, Hans Georg-Gadamer, Simone Weil (3).

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1.- Hermann Hesse “Dentro y fuera” (tit. orig. Drinnen und Draussen) trad. de Juan M. Diaz, en Laurette Naomi Pizer (ed.) Las mejores historias siniestras, Editorial Bruguera, Barcelona, 1975 ps. 9-22. Las referencias entre paréntesis son a esta edición.
2.-La idea de ciencia de Frederick es la idea que aparece en todos los manuales de filosofía de la ciencia como la tesis de la separación del contexto de descubrimiento (el arcón de la historia y la pasión, la despreciable magia, el lugar de los valores) y el contexto de justificación (la máquina algorítmica, el recto pensamiento formado sobre la lógica, la neutralidad valorativa.). También es la idea de ciencia que inspira casi toda la literatura técnica de metodología de las diversas disciplinas académicas.
3.-Una notable ilustración de la epistemología que expone Erwin, la ofrece Alice Miller en El saber prohibido, Tusquets Editores, Barcelona, 1990. Su obra se inserta en el marco de una revisión radical de los saberes y practicas formativas acerca de los niños y de la relación niño-adulto. En esa obra encontramos un párrafo llamativo: “Un niño que no esté atemorizado no se sienta encorvado a la mesa. Pero un niño que haya tenido que encajar “con amor” los golpes e insultos de su “severo y temperamental” padre arrastrará en muchos casos esa deformación en la espalda durante toda la vida, porque no tendrá otro medio de expresar sus temores. La postura encorvada no puede corregirse mediante nuevos golpes. En cambio, estos pueden transformarla en una coraza rígida y envarada, que ya no expresará la verdad de la víctima, sino la mentira de un verdugo de nuevo cuño.” (p.119, subrayado mío). El propio cuerpo expresa una forma de estar en el mundo que es previa a toda posición racional: así los saberes acerca de la forma de sentarse que no dañe la columna no serán saberes anatómico-kinesiológicos, que a su vez se trasmitan por la correspondientes didácticas de las posturas corporales -como ser la didáctica de los castigos corporales, de los consejos acerca de los posibles males futuros que se originen en la deficiencia postural, de la insistencia del mal ejemplo que se da a los comensales, o cualquiera otra-; al contrario, si tales disciplinas -kinesiología, traumatología y didácticas corporales- no incorporan la expresión del mundo que tiene el sujetomundocuerpo del chico, tales saberes no serán sino mentira de verdugos: padres, traumatólogos, kisesiólogos, maestros. La verdad de la víctima exigirá una epistemología antidicotómica, que permitan pensar cómo el mundo de afuera -que incluye padres, maestros, kinesiólogos, traumatólogos, anatomistas, instrucciones corporales, columnas vertebrales, fuerzas dinámicas que operan sobre las vértebras, presiones sobre haces nerviosos, circulación sanguinea, etc- está adentro, en la subjetividad del chico, subjetividad que necesariamente es anterior a toda racionalidad discursiva, subjetividad que constituye objetividadcumafectividad, y que, para formar la verdad de la víctima, exigirá la magia en la epistemología. 

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