Editorial – por Hernán A. Isnardi

  “La cosa que el viajero del Tiempo sostenía en sus manos era una brillante armazón metálica,escasamente más grande que un reloj pequeño, y muy delicadamente fabricada. Estaba hecha de marfíl y de cierta sustancia cristalina transparente. Y ahora debo ser explícito, pues lo que sigue (a menos que vaya a aceptarse su explicación) es algo absolutamente increíble. Tomó una  de las pequeñas mesas octagonales que se hallaban esparcidas por el cuarto, la puso frente a la chímenea, con dos patas sobre el hogar. Colocó la máquína encima. Luego acercó una silla y se sentó”

Por Hernán Alejandro lsnardi

    Así comienza el capítulo 2 de “La Máquina del Tiempo” del amigo Herbert George Wells; el encuentro con la Máquina. No hemos usado esa misma porque aún no ha regresado, pero ésta, nuestra humilde máquina, es el medio gracias al cual la historia se nos presenta como un extenso patio (plano) lleno de sucesos sin obstáculos y a través de él nos movemos libremente (con la suerte de ser recibidos siempre bien).
En este primer gran viaje caminamos por ese gran patio en tiempo y espacio hacia 1854, Charleville, Francia. Visitamos a Arthur Rimbaud (nuestros fines son siempre literarios). Algunos lectores lo descubrirán, otros, conocedores de sus revelaciones, recordarán las sabidas y tal vez asistan a otras.
Como dije anteriormente el pretexto de nuestros viajes es el de la literatura. Y digo pretexto pensando en el artista y esta, su forma de rebelarse, de regalarle al tiempo un suceso.
Las indefinidas situaciones que surgen desde la vaga idea hasta el libro leído nos interesan de manera especial, porque tal vez aporten algo a las eternas cuestiones como: ¿Quién escribe? ¿Con qué finalidad? ¿Para quiénes? etc.
Como siempre sabemos poco es que buscamos ese algo que nos enriquezca, que nos llene espacios internos.
Con el transcurrir de los números iremos incorporando al lector en forma activa (para lo cual esperamos se comuniquen escribiendo o llamando) y de esta forma buscaremos la satisfacción de todos.
El compromiso está hecho.

Nos encontraremos nuevamente.