El nacimiento de la Isla del Tesoro – Por Robert L. Stevenson
Fragmento de “Historia íntima de la mejor novela de aventuras”
• Pagina 12 del día 27 de noviembre de 1994 •
• Suplemento Primer Plano •
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En la Cabaña de Fuego Miss MacGregor había un joven que reclamaba a los gritos cualquier cosa “un poco dura para excitar el espíritu”. No pensaba por cierto en literatura: el arte de Rafael parecía el único que aplacaba sus exigencias y con la ayuda de una pluma, tinta y una caja de acuarelas de un chelín había transformado una de las piezas en una galería. Mi primer deber ante esta galería era la de ser un visitante atento. Pero a veces, cuando sentía deseos de de- tenerme, me juntaba con el artista (si así puede llamár -selo) ante su caballete y pa- saba la tarde en una alegre emulación, haciendo en su compañía coloridos dibujos. En ocasión de una de estas sesio- nes dibujé el mapa de una isla. Estaba cuidadosa y (al menos yo lo pensaba así) hermosamente colorida. En particular fue su forma lo que acaparó mi imaginación más allá de toda expresión. Había allí caletas y puertos que me encantaban tanto como un soneto y con la inconsciencia de los predestinados bauticé mi obra como “La isla del tesoro”.