En el desliz de la uve a la be, un traductor distraído puede beber un indigesto cuatro – por Fernando Sorrentino.
En el desliz de la uve a la be, un traductor distraído
puede beber un indigesto cuatro
Por Fernando Sorrentino
1. Preguntas
Hace muchos años leí el Egmont (1788) en la traducción española que, para la edición de Aguilar (Madrid, 1944-1945) de las Obras literarias de Goethe, realizó don Rafael Cansinos Assens.
Y, aunque no siempre leo poniendo toda la atención que se debiera, hubo, ya muy al principio, unos diálogos que me sorprendieron y me hicieron poner en actitud de alerta. Transcribo íntegra y escrupulosamente las dos primeras escenas del acto primero:
Escena primera
Disparos de arcabuces. Soldados y paisanos armados de arcabuces
JETTER (sastre) y SOEST (tendero), ambos ciudadanos de Bruselas.
SOEST. – (A JETTER, que le apunta con su arma.) ¡Vaya, disparad, y acabemos de una vez! ¡No me cogeréis! Tres aros negros: en toda vuestra vida no hicisteis ese blanco. Así que este año soy yo el maestro.
JETTER. – Maestro y rey también. ¿Quién se os pondría en frente? Así que debéis pagar doble escote; habéis de pagar por vuestra habilidad, según es justo.
Escena II
DICHOS y BUYCK, holandés, al servicio de Egmont.
BUYCK. – Jetter, en vos delego: haced las particiones de lo ganado y obsequiad a los señores; yo ya llevo aquí harto tiempo y soy deudor de hartas atenciones. Si fallo será como si hubiereis tirado vos.
SOEST. – Debería oponerme, pues realmente salgo perdiendo. Pero, Buyck, siempre adelante.
BUYCK. – (Disparando.) Ahora, ¡Pritschmeister, reverencia!… ¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!… ¡Cerveza!
SOEST. – ¿Cuatro aros? ¡Sea!
TODOS. – ¡Viva el rey! ¡Viva! ¡Viva!
BUYCK. – Gracias, señores. Ser maestro ya era mucho. ¡Gracias por el honor!
JETTER. – Eso, agradecéoslo a vos mismo.
Este breve parlamento parece entablado por un conjunto de personas que, en el mejor de los casos, sufren de incoherencia verbal, y que, en el peor, son víctimas de alguna forma del despropósito. No resulta verosímil que Goethe haya compuesto estas escenas inconexas, en las que cada personaje habla solo, sin prestar atención a su interlocutor, y, en consecuencia, responde, como si fuera sordo o como si estuviera loco, con las primeras palabras que acuden a su lengua.
No pude menos que formularme, al menos, unas cuantas preguntas, que, en rigor, pudieron haber sido bastantes más:
1) Disparos de arcabuces. ¿Será verdad?
2) Jetter apunta con su arma a Soest. ¿Será verdad? ¿Por qué haría tal cosa?
3) Soest contesta: “¡Vaya, disparad, y acabemos de una vez!”, lo cual significa que Soest exhorta a Jetter a que se resuelva a matarlo en seguida. ¿Será verdad esta escena tan trágica y tan épica, protagonizada sin embargo por un pacífico sastre y un no menos pacífico tendero? A continuación agrega: “¡No me cogeréis!”. ¿Qué habrá querido decir el buen Soest, que, a esta altura de la ficción, ya se halla, totalmente cogido, en poder de Jetter (ya que, en efecto, éste lo está apuntando con su arma)?
4) ¿Quién o qué es ese “Pritschmeister”, del cual nadie ha hablado hasta ahora y que aparece yuxtapuesto a un “reverencia” que no sabemos si es sustantivo o verbo?
5) ¿Por qué, cuando Buyck exclama “¡Cerveza!”, Soest le contesta con una frase tan enigmática como “¿Cuatro aros?”?
2. Respuestas
Según proclaman los hombres dignos de fe, tirando del hilo se llega al corazón del ovillo. Así, yo quise ser fiel a este principio.
A pesar de que mi ignorancia del alemán es casi perfecta, el estado de perplejidad en que me sumieron los diálogos transcriptos me impulsó a consultar el texto original. También averigüé que, antes de la traducción de Cansinos Assens, se habían realizado otras dos versiones españolas: la de J. F. Matheu en 1867 y la de Ramón María Tenreiro en 1929.
Esta última, fácilmente accesible en la Colección Austral (nº 752) de Espasa-Calpe, me sirvió para realizar el triple cotejo.
Intentaré ahora contestar y comentar los cinco interrogantes, en el mismo orden en que fueron formulados:
1) No, no es verdad. Goethe escribió Armbrustschießen. Y Tenreiro tradujo correctamente: “Campo de tiro de ballestas”. Nada dijo Goethe de disparos ni de arcabuces. A continuación, donde Goethe habla de Soldaten und Bürger mit Armbrüsten (soldados y ciudadanos con ballestas), don Rafael prefiere, acaso en busca de mayor eficacia ofensiva, cambiar de arma, y entonces traduce “Soldados y paisanos armados de arcabuces”, viendo una Feuerbüchse donde sólo había una Armbrust.
2) No, no es verdad. Goethe escribió Jetter, Bürger von Brüssel, Schneider, tritt vor und spannt die Armbrust. Y Tenreiro tradujo correctamente: “Jetter, ciudadano de Bruselas, sastre, avanza y empulga la ballesta”. (“Empulgar”, verbo curioso, significa “Armar la ballesta” [DRAE].) Es decir, el sastre Jetter no ha hecho otra cosa que alistar su pulgar para disponerse a tirar al blanco (y no, como imaginó don Rafael, para amenazar al tendero Soest).
3) No, no es verdad. La cuestión es infinitamente menos sangrienta. Los dos amigos se disponen a competir con la ballesta en el tiro al blanco. Y lo que hace Soest, que acaba de acertar “tres círculos negros”, es fanfarronear ante Jetter, desafiándolo a la aparentemente imposible tarea de superar esa marca. En la traducción de Tenreiro, el discurso de Soest (“¡Vamos! ¡Tirad! ¡Acabemos de una vez! ¡No me venceréis! Tres círculos negros; tiro como ése no habéis hecho en toda vuestra vida. Y de este modo, seré el maestro de este año”) aparece, en un contexto, digamos, “deportivo”, adecuadamente despojado de toda esa injustificada carga trágica y épica con que lo adornó Cansinos Assens.
4) No, no es verdad que Pritschmeister sea un nombre propio. Simplemente, don Rafael no conocía su significado y lo dejó sin traducir. El término fue traducido por Tenreiro como “bufón”, lo cual encaja bien en el tono de chanza y amistosa pelea con que hablan Jetter, Soest y Buyck. Ahora bien, Pritschmeister es un arcaísmo, ya olvidado, cuyo equivalente actual sería, según el Duden, el vocablo Hanswurst (que alude a alguien que pretende saber cosas que, en realidad, no sabe: una especie de engreído o fanfarrón, bufón y/o payaso). También queda claro que “reverencia” es un sustantivo y no un verbo (Goethe: Nun, Pritschmeister, Reverenz!; Tenreiro: “¡Vamos, bufón, la reverencia!…”).
5) No, no es verdad que alguien haya hablado de “cerveza”. Goethe escribió Eins! Zwei! Drei! Vier!, cosa que, como aprende cualquier estudiante de alemán el primer día de clase, significa “¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡Cuatro!”, y no “¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡Cerveza!”. Buyck se está refiriendo a su acierto de cuatro círculos; de ahí que Soest le conteste: “¿Cuatro aros? ¡Sea!” (Cansinos Assens) o “¿Cuatro círculos? ¡Bravo!” (Tenreiro). Ocurre que don Rafael, posiblemente inspirado por el hecho innegable de que, como todo el mundo sabe, los alemanes pasan la mayor parte de sus vidas bebiendo cerveza, dio en confundir Vier con Bier, y así convirtió el insípido numeral en una refrescante bebida alcohólica. Lo cual, desde el punto de vista canicular, no está nada mal; aunque, en una traducción publicada por una editorial seria, merece algún reparo.
Delego en quienes dominen el español y el alemán la tarea (para la que yo no estoy capacitado) de internarse en la traducción de Cansinos Assens. Me atrevo a vaticinar que no encontrarán demasiados vestigios de Goethe.
Revista Matices, nº27, Colonia (Alemania), otoño de 2000.